10 julio 2011

Viejos Caminos

Alejandro González. Protección. Talla directa en mármol gris. 2009



      Tengo una imposibilidad, la de no dejar de lado los pensamientos comunes, las palabras que se han vuelto ridículas de tanto pronunciarlas, pero eso no me detendrá para llegar hasta aquel lugar, el lugar mas cercano, el lugar vacio, el lugar donde sopla el viento y donde se cruzan las razones para dejarse morir, donde un arma y una bala se convierten en un texto denso, tan denso que encuentras que no encuentras nada. Miro, miro, miro y no consigo cambiar las cosas, esta la casa del zapatero, la del vagabundo, esta el lavadero de los fantasmas, los arboles con su oleaje mudo porque los veo desde lejos, estan los ladridos de los perros al ver pasar a la multitud, al parárseles una mosca en la nariz. 
Estas palabras habrían podido decir otras cosas, más me convertí en lo que tanto renegué, nunca vi la luz, trate de llegar al cielo, tuve la mejor intención, tuve una oración que nunca cambio mi corazón y he aprendido a decir que no. 

Siempre he procurado decidir sobre lo que me pasa,  mas no siempre se dio asi. Algunas veces extrañe de más, algunas veces me vi en la engorrosa tarea de tener que olvidar, también me vi en la situación de no poder decir no, de no poder escupir en la cara del otro. Pero, en general lo que mi estructura de personalidad me permitió lo hice bajo la consigna de decidirlo, muchas veces de pensarlo demasiado

Me gusta pasarme por allí: por viejos caminos; y descubrir que aun no me olvidan, a eso lo llamo vivir de glorias pasadas, pero no lo hago por eso, es más bien para armar sentido desde allí, también porque a veces me da por esperar; aunque desde hace tiempo deje de escribir canciones para los que no están, hasta este momento, porque, si se nota, ya volvieron, aunque, se disuelven al mismo momento en el que se piensan.